Resumen:
Durante las últimas décadas los avances tecnológicos (incluyendo las tecnologías digitales) han sido notables, pero los resultados en términos de crecimiento económico no han sido los esperados. Los modelos clásicos de crecimiento atribuyen una gran importancia a la productividad, entendida como la eficiencia con la que el capital físico y el capital humano son utilizados en los procesos productivos. Sin embargo, el aporte de la productividad ha sido muy bajo durante los últimos años, lo cual crea una paradoja: si, ex ante, la tecnología debería incrementar la productividad, ¿dónde ha ido el progreso tecnológico? Parte de la solución está en que el Producto Interno Bruto (PIB) no puede medir todas las ganancias de bienestar derivadas, por ejemplo, de la disminución de precios y del ahorro de tiempo. A futuro, sin embargo, es necesario pensar en modelos de crecimiento que capten mejor los efectos de las tecnologías disruptivas.