Resumen:
¿En qué medida son vanas las esperanzas de quienes creen que el derecho les permitirá recuperar, crear o multiplicar los recursos necesarios para llevar adelante su particular forma de negociar las limitaciones que les impone la condición humana? Y de no ser vanas, ¿qué buscan quienes requieren los servicios de los abogados, y qué encuentran como para volver, insistentemente, a confiar sus intereses en constituciones, leyes y tribunales? ¿Cómo se estructura la práctica jurídica para hacer honor a esas esperanzas, para no dejar morir el espíritu de libertad y para utilizar y fortalecer las destrezas que lo definen? ¿Qué hay, en fin, en la práctica del derecho tal que ella necesite brindar un lugar relativamente destacado a las humanidades? Una forma de comenzar a responder estas preguntas es observando atentamente la práctica cotidiana de la relación del cliente con su abogado, tratando de identificar las destrezas que este último debe utilizar con la finalidad de que aquél le confie la defensa de sus intereses.