Resumen:
Nadie quiere hacerse cargo. Y es así que la discusión en torno a la pobreza global se ha convertido en un triste juego en el que se cruzan acusaciones encontradas, un juego en el que los poderosos del mundo lamentan profundamente las condiciones que afectan a los pobres sin aceptar las culpas y responsabilidades que les corresponden por la situación: "la realización de cualquier derecho a una adecuada alimentación, o de un derecho fundamental a verse libre del hambre es una meta o una aspiración para ser llevada delante de manera progresiva y no da origen a ninguna obligación internacional".