Resumen:
Las nuevas necesidades y exigencias que progresivamente la comunidad ha incorporado a su patrimonio como forma de alcanzar una mejor calidad de vida de sus integrantes, nos obliga a una permanente, actualización revitalización y reformulación de los caminos, las formas y los medios dirigidos a preservar el valor “justicia” como fin necesario del estado de derecho y de los sistemas de resolución de conflictos (clásicos y modernos) como camino idóneo para posibilitar dicha meta.
En este sentido, la problemática judicial del mundo entero y especialmente la de los países latinoamericanos se ha caracterizado, entre otros vicios, por un proceso creciente de acumulación de causas judiciales que no ha encontrado una contrapartida equilibrada en la delineación de renovados medios y recursos, generándose de esta manera un grado de morosidad que se contradice con los fines últimos de su corta administración.
Por esto, una visión de la Justicia para el futuro nos conduce inevitablemente a un sistema de resolución de conflictos que integre el sistema clásico tradicional que privilegia el poder y los derechos, conjuntamente con los sistemas alternativos que otorgan prioridad a los intereses de las partes en disputa.
Esto no implica menoscabar la jurisdicción judicial sino arbitrar medios alternativos y complementarios cuya finalidad no sea solo descongestionar los Tribunales y proveer soluciones nuevas a los diversos conflictos en el menor tiempo posible, sino también paliar la insatisfacción que muchos sectores de la sociedad exponen al decir que no encuentran acceso a una solución justa de sus disputas.