Resumen:
En los últimos cuatro años la desinformación en línea se ha convertido en una aparentemente novedosa amenaza a las democracias occidentales. Esta amenaza emerge en un período de ansiedad respecto del futuro: los sistemas democráticos parecen estar atravesando un momento de crisis como resultado de la consolidación de opciones políticas que, si no rechazan abiertamente los procedimientos y formalismos democráticos, los erosionan por dentro. Es en ese contexto que el fenómeno de la desinformación debe ser abordado.
En general, la ansiedad respecto de la democracia produce reacciones. En el caso de la desinformación, quienes han reaccionado han sido los estados, los investigadores, la sociedad civil y las grandes plataformas de Internet por dónde la desinformación parece diseminarse. Este documento explora las acciones de éstas últimas ante los reclamos de los primeros, y enmarca la cuestión en un momento clave sobre el futuro de Internet.
En la primera sección se presenta una conceptualización general del fenómeno de la desinformación en Internet y cómo resurgió en la agenda pública. En este sentido, si bien la difusión de información falsa con fines de engañar al público siempre ha sido parte del repertorio de acciones de distintos actores estatales y paraestatales, los esfuerzos por incidir en el debate público de los Estados Unidos durante la campaña de 2016 inauguraron un período en el que esta vieja práctica adquirió nuevas características, que se replicaron y a la vez mutaron en procesos electorales posteriores como los del Reino Unido (2016), Colombia (2016), México (2018) y Brasil (2018). Esta dimensión temporal del fenómeno es
relevante para su definición, ya que permite asociar las reacciones de las grandes plataformas de Internet con una crisis puntual, que se alimenta—también—de un extendido giro pesimista respecto de la capacidad de Internet de incidir de manera positiva en el futuro de la democracia.
La segunda sección presenta un mapa general de las principales acciones de las plataformas en materia de desinformación, desde fines de 2016 hasta fines de 2020. El objetivo de esta aproximación temporal es doble: identificar acciones anunciadas, especialmente en el contexto de América Latina, y constatar el grado de implementación de las mismas. La lenta acumulación de cambios anunciados y respuestas al
fenómeno sugieren una industria bajo presión, intentando encontrar respuestas satisfactorias a una creciente demanda de moderación de contenidos problemáticos.
La tercera sección discute los hallazgos y postula la existencia de cierta “aporía” en el centro del problema. El giro pesimista respecto de Internet y el proceso de concentración del tráfico en las grandes plataformas han generado nuevos cuestionamientos sobre la solución legal alcanzada hasta el momento respecto del flujo de información en línea. Las acciones de las plataformas sugieren que están avanzando
hacia un modelo de foro público, donde los principios y criterios que utilizan para definir qué discurso es aceptable y cuál no están enteramente bajo su control. Ese modelo pone en cuestión el principio de no responsabilidad de intermediarios por los contenidos de terceros que hasta el momento era la solución legal predominante.