Resumen:
Me encontraba sentado en uno de los salones de clases a los que en casi año y medio
de estadía en “La Argentina”, había acudido como un alumno más. El cristal que dividía
el aula del pasillo, los escritorios, las sillas y el pizarrón eran los mismos; las personas que se encontraban en su interior, aunque con diferente rostro, eran las mismas (abogados que acudían a una clase de derecho); aunque en mí había algo distinto. Ahora me encontraba ahí no como otro abogado al que le interesara perfeccionar sus conocimientos en el área del derecho, sino como un investigador que había hecho de su espacio cotidiano su objeto de estudio; de sus colegas (en los que sin duda alguna podía verme reflejado) los sujetos a analizar, y del derecho, uno de los tantos espacios en los que convergían todos estos elementos.